Cuando era pequeña mis padres me solían llevar todos los veranos a ver como preparaban los caballos de rejoneo en la plaza de toros de Astorga. Si fuera hoy, les hubiera dicho a mis padres que por favor que no me hubieran llevado, pues eso aumento mi pasión por estos animales y mi curiosidad por el mundo del rejoneo, el que empecé a amar desde niña sin entender pero sintiendo en mi alma y en mis ojos cosas muy bonitas. Todas esas veces que bajaba a ver los caballos, me enamoraba más y más y con tan sólo nueve años soñaba con tener un gran caballo como los que tenían los hermanos Domecq o Joao Moura.
Siempre acariciaba sus caballos, los miraba durante horas, les hacia fotos, los estudiaba bien..todo era un mundo tan especial que llegaba a mi vida cada verano… Pero cuando dejaron de traer este arte a Astorga tuve que empezar a ir a León, y en esa plaza fue donde conocí a una de las figuras más importantes del toreo al caballo. Y es que no conozco a nadie que haya dejado indiferente este hombre. Puede que haya personas que no entiendan esto pero estos sentimientos por una afición o por una pasión suelen nacer o crecer con uno y cuando ves este mundo a mí se me altera la sangre y me brillan los ojos porque es tan bonito ver a los caballos con tanta fuerza y tanto «duende», es algo emocionante.
Puedo decir que me siento afortunada de que mis ojos hayan visto a Cagancho torear, de haber visto a Chenel esplendoroso, y ver toda esa cuadra maravillosa que año tras año va cambiando y haciéndose más fuerte, hecha de caballos mágicos con pócimas secretas capaces de enamorar a los toros mas bravos. Caviar, Gallo, Pirata…esos perfectos animales con alma y con espíritu de guerreros..Pablo cuida hasta el más mínimo detalle, pero no me refiero al exterior, si no al interior de los caballos, porque hasta el más mínimo movimiento él le da órdenes a sus caballos experimentando la libertad y el equilibrio entre la equitación y el toreo a caballo.
Elegante, arriesgado, valiente, vivo y sobretodo especial…esos son los ingredientes que hacen a Pablo Hermoso de Mendoza uno de los mejores, con mucho trabajo y mucho sacrificio y sobre todo con mucho amor por los caballos.
Hace unas semanas cayó en mis manos su libro El corazón de los caballos, y realmente creo que si sus caballos pudieran escribir un libro sobre él se titularía «El corazón de Pablo» y sus páginas irían escritas de halagos y frases bonitas, llenas de recuerdos en los ruedos, y sobre todo este libro llevaría el perfume del alma de Cagancho. Ese caballo que no prometía y se convirtió en una leyenda, en un artista con viveza y corazón en los ruedos. Después de leer el libro entiendo porque muchas veces no arriesgaba tanto en la puesta en escena, y he entendido que no es lo más importante pues la salud de los caballos, la doma y el amor por su profesión es lo que hace que lleve tanto tiempo en los ruedos españoles, franceses y mexicanos.
El libro me ha transportado a sus recuerdos, me he sentido identificada y me ha enseñado muchas cosas, y no técnicas sino cosas sentimentales sobre la vida, los caballos y lo duro del mundo del rejoneo, en estos tiempos mal visto, no tan bien pagado y muy sacrificado, pero a pesar de todo, cuando leo las hojas de los sueños dorados hechos realidad de Pablo me transporto a esas tardes en las que le he visto en la plaza, esas tardes en las que pienso que Pablo es más que un artista, es esa persona que hizo que me apasionara más aún el mundo del caballo y del rejoneo. Recuerdo siempre los días después de ver rejonear, que vivo obsesionada con este mundo, y busco en un laberinto de pensamientos como podría llegar a ser como Pablo, ser alguien tan fantástico como ese genio que es.
Pasan los años y sigue siendo de los primeros del escalafón. Un chico que no le gustaba estudiar y sabia que por sus venas estaba el amor por la equitación. Pablo todo lo ha luchado con humildad, por amor a lo que le gustaba, con sensatez…después de leer su libro y seguir su trayectoria solo puedo decir que ojalá en mis sueños pudiera ser como él.
Olé maestro, tú y tu hermoso corazón.
Fusilero Y Pablo
Chenel, impresionante en una de sus visitas a León
Cagancho, el caballo más famoso. Un artista que nunca olvidaremos.
Y finalmente yo hace unos años con Pablo. Un honor haber podido conocerle. (Perdonar la calidad pero no encontré la foto digital)
Deseo que os haya gustado!!
Con mucho amor
Ylenia.